No es sencillo describir a una persona en unas cuantas líneas, y esa dificultad aumenta cuando la persona en cuestión es una de esas que en raras ocasiones se tiene la suerte de conocer. Claudio era un joven lleno de vida y ecléctico.
Nació el 18 de abril de 1987, hijo de Mario, abogado, y Giuseppina Restivo, asistenta social, y vivió en Canicattì, en la provincia de Agrigento, hasta su graduación. Después de obtener su titulación en la escuela de secundaria «A. Sciascia» de Canicattì, decide matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, quizás porque en su casa el derecho es una disciplina que siempre ha estado presente.
Durante su brillante carrera universitaria, que lo llevará a conseguir con honores el doctorado, pasa su último año de estudios en la Universidad de Sevilla, dentro del proyecto Erasmus: una experiencia que deja una profunda huella en la persona y en el jurista. Su amor incondicional por la ciudad andaluza lo llevará en 2014 a adquirir una participación simbólica del Real Betis, impresionando de una manera especial con este acto a la directiva del club.
En esa época se apasiona de la rama del Derecho Internacional, razón por la cual, entre finales de 2012 y principios de 2013, pasa un semestre en la Comisión Europea, en Bruselas, como parte de las prácticas promovidas por los organismos europeos y dirigidas a los jóvenes licenciados más meritorios.
De vuelta en Italia, se lanza de cabeza a los estudios para lograr la cualificación que le permita ejercer la abogacía, pero por una mala jugada del destino, unos días antes del inicio de las pruebas escritas, descubre que no podrá realizar el examen para el cual se había estado preparando, teniendo que empezar ese mismo día su tratamiento. Sin embargo, al no querer echar por tierra todos los sacrificios realizados hasta entonces para prepararse de cara al examen, decide, en plena terapia, obtener el título en el CNF gracias a la cualificación que ya había obtenido en España.
Durante sus dos años de lucha, nadie lo escuchó jamás preguntarse por qué le había tocado precisamente a él todo aquello, sino que lo afrontó todo con una dignidad y una fuerza realmente fuera de lo común. Sus amigos recuerdan que su única preocupación, desde el principio, fue el estado de ánimo de sus padres y su hermana Alessandra, ya que no quería que sufriesen demasiado por culpa de la batalla que tenía que librar.
No era sólo el aspecto profesional lo que lo distinguía, sino también sus aficiones y sus pasiones. Aficionado acérrimo del Inter, celebró en España la conquista de la Champions League en la final de Madrid entre los nerazzurri y el equipo bávaro del Bayern de Múnich. Amante de la buena música, disfrutaba tocando la guitarra en distintos grupos creados gracias a la pasión que lo unía a varios amigos. Apasionado de la tecnología y la informática, siempre estaba dispuesto a resolver los problemas de los equipos de amigos y conocidos. Inolvidable por su estilo de vida y la capacidad de mostrar una sonrisa a pesar de su sufrimiento.
Claudio era esto y mucho más, y vive y vivirá en las páginas y en las actividades que organiza esta Fundación creada de acuerdo con sus ideas.
Claudio era y es La Clessidra, listo para revertir el destino antes de que sea demasiado tarde.
TESTIMONIOS
Estos son algunos testimonios que, como piezas de un rompecabezas, ayudan a reconstruir la extraordinaria personalidad de Claudio: